En los entornos industriales, y cada vez más en estos tiempos, cada litro de agua cuenta. Por eso, apostar por un sistema de recuperación de aguas grises generadas durante su actividad supone reducir costes y el impacto ambiental.

Pero ¿qué diferencia hay entre este tipo de agua y otras corrientes residuales? ¿Se pueden aprovechar este tipo de aguas sin temor para otras aplicaciones?

¿Qué son las aguas grises?

Aguas grises en un lavadero de coches

Se denominan aguas grises a las que proceden de procesos donde el nivel de contaminación es moderado y no contiene restos biológicos. Nos referimos a lavados de equipos, limpieza de superficies, sistemas de climatización o sanitarios, entre otros.

Por lo general, este tipo de aguas son más fáciles de tratar y ofrecen un alto potencial de reutilización tras un proceso de depuración adecuado. En el ámbito industrial, se ha de identificar correctamente este tipo de corrientes para realizar una instalación adecuada al tipo de contaminante y volumen generado.

Diferencias entre aguas grises y negras

La principal diferencia que hay entre todos estos tipos de aguas es su origen y nivel de contaminación.

Sabemos que las aguas grises provienen de actividades donde su contaminación es moderada y, por consiguiente, los tratamientos que se han de hacer son más sencillos para reutilizarla.

Las aguas negras con aquellas que contienen heces, orina, papel higiénico y patógenos. La presencia de estos residuos obliga a que el tratamiento que se le realice sea intensivo y riguroso antes de devolverse al medio ambiente o reutilizarse para ciertas actividades.

Fases del tratamiento de aguas grises

El tratamiento de aguas grises combina diferentes etapas que, de forma progresiva, eliminan partículas, sales, compuestos químicos y microorganismos para poder utilizarse.

  • Pretratamiento. Eliminación de sólidos gruesos y aceites que pueden interferir en las fases posteriores.

  • Filtración. Retención de partículas finas y sedimentos mediante filtros de arena, cartucho o membrana.

  • Tratamientos físico-químicos. Aplicación de reactivos que facilitan la coagulación y floculación de impurezas.

  • Depuración avanzada. Sistemas como los intercambiadores iónicos o la ósmosis inversa permiten ajustar la dureza y pureza del agua según su destino final

  • Desinfección final. Mediante radiación UV, ozono o productos químicos, se garantiza la eliminación de microorganismos antes de su vertido o reutilización.

¿Por qué deben tratarse las aguas grises?

El principal punto para el correcto tratamiento de las aguas grises se debe a temas normativos. Todo vertido de agua residual, sea gris o no, que se realice al dominio público hidráulico o al sistema de saneamiento público debe ser tratado previamente.

El nivel de tratamiento es diferente si se trata del alcantarillado o al medio natural. En el primero, se deben cumplir las ordenanzas municipales de vertido, pretratando el agua para que no dañe la red de saneamiento.

Si, por el contrario, el agua vuelve al cauce natural, se debe contar con una autorización de vertidos del organismo correspondiente. La legislación es muy estricta en este tema, impidiendo verter aguas con contaminantes muy específicos, llegando incluso a obligar a las empresas a instalar una EDAR propia.

Aguas grises tratadas cayendo

Desde la aprobación del Real Decreto 1085/2024, las empresas pueden reutilizar las aguas siempre y cuando se haya elaborado un plan de gestión a medida para el uso específico que se le vaya a dar. Esta práctica permite a las empresas reducir costes operativos, disminuyendo la demanda de agua y mejorando la eficiencia global del sistema productivo.

Contar con equipos de depuración y recuperación industrial, junto con un programa de control y mantenimiento continuo, asegura que las instalaciones mantengan su rendimiento a lo largo del tiempo y cumplan con la normativa vigente en materia de vertidos y calidad del agua. Si tiene dudas o desea reaprovechar las aguas grises, póngase en contacto con los expertos de Aqua Química.